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sábado, 23 de octubre de 2010

LOS MINEROS CHILENOS: ¿ENTENDIMOS SU EJEMPLO?


Han pasado unas semanas solamente y ya casi ni se habla de unos seres humanos que han sobrevivido meses enterrados a cientos de metros de profundidad y en condiciones extremas.
No estoy acusando a nadie porque yo también he seguido la noticia _ con preocupación, eso sí _ pero como algo que se ve por la tele y que está muy lejano y nada tiene que ver con uno que estamos rodeados de comodidades. ¿No es así?
Pero hoy mirando mi correo, me llegó un escrito sobre este tema, cuyo autor es un psicólogo, y me ha hecho reflexionar seriamente sobre el poco asunto que prestamos a los sucesos que ocurren en el mundo y que los dejamos pasar sin aprender nada de ello. La vida va a una velocidad tal, y los hechos se suceden con tanta rapidez, que nos estamos volviendo incapaces de quedarnos con algo tan valioso como es el ejemplo que nos han dado estos hombres con su sacrificio, su Fe, su confianza en Dios y en los seres humanos y sus conocimientos, y sobre todo con su CAPACIDAD DE RESISTENCIA.
Quiero compartir con todos mis amigos _ y con los que no lo son _ este proceso de aprendizaje que nos han servido en bandeja y que ni siquiera las gracias les hemos dado a estos... super.. super  ... SERES HUMANOS.
Y no ya porque pensemos que a cualquiera de nosotros nos pueda ocurrir algo semejante _ que tampoco estaremos libres de ello _ sino como muy acertadamente nos  apunta Javier Valenzuela, el autor del buenísimo documento que les copio a continuación, sobre las comparaciones que debemos establecer con lo que nos quejamos de las condiciones de vida que cada uno llevamos.
Lean, lean, por favor y presten atención a ver si aprendemos a quejarnos menos y a ser más agradecidos con los que nos dan  ejemplos de valores  que creíamos ya desaparecidos  en el ser humano.


Cada dos días saboreaban dos cucharadas de atún y medio vaso de leche. Pasaron sus primeros diecisiete días con tan solo esa alimentación, atrapados a 700 metros de profundidad, sin contacto alguno con familiares o compañeros mineros ubicados en la superficie. Estaban sumidos en una oscuridad apenas perturbada por los focos de sus cascos. ¿Qué lección nos dejan estos hombres cuya odisea terminará más de dos meses después, para completar cerca de tres, a esa profundidad?
A la escasez de alimentos se sumó una temperatura de 30 grados centígrados, una humedad del 88%, cartones para amortiguar el piso de piedra al dormir, angustia ante la incomunicación con el exterior y la incertidumbre sobre su futuro. ¿Cómo reaccionaría usted si estuviera en esa cavidad en tan difíciles circunstancias?
Desde que ocurrió el accidente acordaron enfrentar juntos el reto por vivir. Aprovecharon al máximo lo que cada uno sabía y puso al servicio de los demás.  Decidieron ayudarse sin egoísmos, establecieron rutinas para sobrellevar el inevitable deterioro de su salud física y mental. Se organizaron como un verdadero equipo. En lugar de lamentarse por los pocos recursos fueron extremadamente creativos e inteligentes para usar bien los disponibles. Incluso confeccionaron un juego de dominó con pequeños papeles.
¡Solidaridad, normas de convivencia, disciplina, liderazgo, una ilusión compartida! Cada uno asumió la responsabilidad de cuidarse a sí mismo y al compañero. La tolerancia ante la tensión, el humor ante la angustia, y la esperanza ante la incertidumbre se consolidaron en la determinación de estos luchadores. Su objetivo es vivir y la estrategia estar unidos y trabajar para facilitar el rescate. Más de cien días pondrán a prueba su cordura para superar comprensibles crisis en esta situación límite.
El 22 de agosto, comunicaron al mundo: "Estamos bien en el refugio los 33." Chile festejó y todos celebramos que se concretara el primer contacto con ellos.
"Allá abajo" ellos han dado lo mejor de sí mismos y triunfarán. Sus actitudes son ejemplares, no saldrán de esa profundidad como compañeros, sino como hermanos. No se quejan, se animan; no se recriminan, se apoyan. Son el equipo ideal.
En cambio, "aquí arriba" y con tantos recursos, hay personas que se comportan atrapadas por prejuicios, individualismo, egoísmo, envidias, falta de perdón, depresiones,  indiferencia , avaricias y sobre todo falta de amor al prójimo para dejar de pensar menos en nosotros y pensar mas en los demás. Se encierran en su mente, escondiéndose de quienes necesitan o les necesitan, sumidas en la oscuridad a pleno sol. ¿Quiénes estarán más tiempo atrapados? ¿Los mineros o los prisioneros de su pensamiento? Los 33 están ocupados en vivir, mientras que hay organizaciones y personas que pudiendo trabajar como los mineros apenas logran sobrevivir, debido al derrumbe de sus propias actitudes. ¿No es paradójico?


Javier Valenzuela. Psicólogo


Uff, esto me ha parecido tan fuerte como desayunar con una rala de gofio y vino de Chipude o del Cercado. ¡¡Huyy, que noo?

UN abrazo solidario para esos  TREINTA Y TRES VALIENTES y sus familias.

1 comentario:

Ligia dijo...

No sé si lo entendemos, pero debió ser una experiencia casi casi traumatizante, que no muchos la superarían. Abrazos